Nuestra escuela posee sólida tradición en la formación de jóvenes. Da testimonio de la calidad de estos aprendizajes la inserción laboral y el éxito en diversos estudios superiores de nuestros egresados.
Siempre, respondiendo a las necesidades de hoy y de un futuro no muy lejano.
La amplia formación intelectual les permite a nuestros alumnos y alumnas, a la hora de hacer su elección profesional, sentir la seguridad de poseer y conocer las herramientas para que puedan hacer una verdadera y certera opción vocacional. Ponemos la mirada en el futuro laboral de los jóvenes.
Con nuestro propio equipo docente (profesionales con experiencia laboral en el mercado) y el aval de especialistas, elaboramos un proyecto educativo integrado.
Nos proponemos que logren la adquisición y el dominio teórico e instrumental de los saberes significativos a partir de una actitud abierta, reflexiva, creativa y crítica de la realidad iluminada por la Fe y orientada por la verdad.
Priorizamos que nuestras y nuestros jóvenes respondan a la formación integral de un ser pensante, crítico, comprometido con la realidad que lo circunda y que tengan a Cristo como modelo de Vida.
Consejo de Convivencia Escolar:
La convivencia escolar no puede ser pensada únicamente como el cumplimiento de normas, sino como un espacio vivo donde se construyen vínculos, se aprenden valores y se forman ciudadanos. En este sentido, resulta indispensable generar estructuras institucionales que habiliten la participación activa de todos los actores escolares, especialmente de los y las estudiantes. Crear un Consejo de Convivencia representa un paso clave hacia una gestión más democrática, horizontal y comprometida con el bienestar colectivo.
Este Consejo propone ser un espacio institucionalizado de diálogo y toma de decisiones, donde se escuchen las distintas voces que conforman la comunidad educativa. La inclusión de estudiantes no responde solo a un gesto simbólico, sino a una convicción pedagógica: quienes habitan la escuela todos los días deben tener derecho a intervenir sobre sus reglas, sus vínculos y sus modos de habitarla. Participar en la construcción de la convivencia fortalece el sentido de pertenencia, promueve el compromiso y forma ciudadanos activos.
Desde la perspectiva docente y directiva, este tipo de espacios permite trabajar preventivamente sobre los conflictos, generar acuerdos sostenibles en el tiempo y construir una cultura institucional más justa. No se trata de ceder autoridad, sino de compartirla de manera responsable. La autoridad compartida no debilita el rol docente: lo enriquece, lo legitima y lo humaniza. Además, contar con un ámbito de escucha entre pares favorece la resolución colaborativa de tensiones cotidianas.
Uno de los objetivos centrales del Consejo es transformar la queja en propuesta, el malestar en proyecto, y el conflicto en oportunidad de aprendizaje. Al incluir a los estudiantes en estos procesos, se los reconoce como sujetos de derecho, con voz propia y capacidad de análisis. Es una forma concreta de educar para la democracia, no desde la teoría, sino desde la práctica cotidiana. También permite revisar, actualizar y construir colectivamente los Acuerdos de Convivencia, evitando que sean documentos lejanos o impuestos.
En definitiva, el Consejo de Convivencia busca ser mucho más que un espacio de gestión disciplinaria: quiere ser un dispositivo de transformación institucional, de crecimiento colectivo, de educación ciudadana. Porque una escuela que se anima a escuchar, a debatir y a decidir en comunidad, es una escuela que educa desde el ejemplo. Y eso deja huellas más profundas que cualquier plan de estudio.
Para conocer la versión amigable de la propuesta en el Instituto San Ramón Nonato, haga click aquí.